Un destello infinito no es realmente un destello, sino infinito. En tal "estado natural" no hay necesidad de palabras, ni es algo descriptible con palabras. Es lo eterno y definitivo, lo único existente, más allá de cualquier conceptualización. Por eso se dijo lo que se dijo, tan brevemente, en el primer post de este blog: Destello infinito de paz.
Sin embargo, las palabras y los símbolos siguen siendo útiles potencialmente para quienes creen ser individuos separados del estado natural (potencialmente útiles para una única cosa: experimentar el "despertar", que es la última de las ilusiones, y así reconocer "nuevamente" la Verdad, la cual en realidad nunca ha dejado de ser conocida por Sí Misma). Así que hablemos un poco de los destellos.
Destello de paz infinita...
Destello para aquel que todavía se aferra a la dualidad. Pero este destello, esta paz ilimitada, lo llena todo, semejante a ese otro destello llamado presente, que es exactamente lo mismo que la paz infinita. Lo mismo que lo eterno. Nos referimos al verdadero presente, y no a lo que tú llamas presente. El verdadero instante presente no es un instante (temporal y limitado) sino que es la totalidad, la plenitud, la intemporalidad, la eternidad. Todo. Nada. Nuevamente Todo.
La única pura y auténtica felicidad, sin fin.
El presente es el punto donde se sale del tiempo. Desde el verdadero presente brota el desapego por el pasado, por el futuro e incluso por el así llamado presente.
¿Quién puede intuir adónde apuntan estas palabras (ilusorias como todas las palabras)? ¿Acaso podrías intuirlo tú, quien dice experimentar no-dualidad o dualidad?
Puedes perderlo todo, excepto lo único que tiene valor, lo esencial: llámalo tu ser, o el presente, el Momento desnudo, la paz interior incondicional, el ES. Puede que te parezca que te arrebatan tus posesiones, tus "tesoros" o "ídolos" ilusorios, pero nunca nada ni nadie podrá arrebatarte el instante presente, y si descansas en él con desapego, la paz interior que siempre lo acompaña. Nada puede privarte del presente, de la paz, porque es lo que eres, y no puedes dejar de ser lo que eres.
Eres lo eterno. Eternamente ilimitado, pleno e inmutable, tal cual verdaderamente eres.
El presente puro, desnudo, es eterno; es lo único verdadero; ES. No importa la palabra (presente, ahora, Ser, Parabrahman, no-dualidad, paz eterna, conciencia pura, existencia pura, Momento desnudo, intemporalidad...), sino lo que ES. ¿Adónde se apunta con la palabra? ¿Qué se ve cuando se mira a través del aparentemente fugaz ojo del instante presente? Las palabras no pueden describirlo. Ni tú puedes experimentarlo (el ES está cuando tú —el yo individual— no estás; y en realidad tú nunca estás; y el ES siempre ES). Tú no puedes experimentarlo, pero el presente (el ES) puede contemplarse a Sí Mismo.
De hecho, no hace otra cosa eternamente. Ni existe ninguna otra posibilidad.
Es imposible que lo que ES pueda renunciar a ser lo que ES.
La eternidad es inmutable.