Solo hay un paso que dar:
mirar sin juicio justo lo que se te presenta.
Situaciones, pensamientos, sentimientos...
miedos, dudas, preocupaciones...
líos, enfados, disgustos.
Simplemente mirar lo que brota a la conciencia,
mirándolo limpiamente, sin juicios,
sin prejuicios, sin miedo o ideas preconcebidas,
sin apego ni rechazo, reconociendo su fugacidad.
Este único paso se repite, una y otra vez,
hasta que el ego, que es el sufrimiento,
queda completamente deshecho para siempre.
Entonces queda despejada la conciencia
para reconocer la felicidad siempre presente
y resulta obvio que el ego en realidad nunca había existido.
Todo lo ilusorio fue un antojo imposible, una alucinación.
Pues la Felicidad no-dual es lo único que existe.