Lo que eres nunca ha nacido; tampoco puede morir.
Lo que eres es eternamente constante, pleno y goza de paz inmutable.
No se ve afectado por nada, pues solo se reconoce a Sí Mismo.
No puede sufrir, ni enfermar, ni sentir placer o dolor, ni mojarse, quemarse o deteriorarse.
Es por siempre lo que es:
Gozosamente Uno, totalmente completo y serenamente inmutable.